Como todo el mundo sabe -por la máxima difusión
noticiosa que este evento ha tenido-, hace pocos días, el viernes 21 de
diciembre de este 2018 a punto de concluir, tuvo lugar en Barcelona un Consejo
de Ministros, y una reunión oficial de igual a igual, entre el no electo
presidente del gobierno español, Sánchez Castejón, y el supremacista
antiespañol Joaquim Torra, presidente no electo de la comunidad autónoma
catalana.
La reunión entre Sánchez -peón del plutócrata jazaro
George Soros- y Torra -peón del sionista Puigdemont- se desarrollo en todos sus
detalles protocolarios, y gestos políticos, como si se tratase de una cumbre
bilateral entre dos Estados nacionales, por un lado España, y por otro
Cataluña.
En este simulacro de cumbre internacional -entre España
y los enemigos de España-, Sánchez -el traidor okupa de la Moncloaca-, se
rindió gustosamente a las exigencias de Torra, fanático supremacista
antiespañol: Un ejemplo simbólico de esta claudicación gubernamental ante los
enemigos de la soberanía nacional del pueblo español, ha sido regalarle
dignidad pública a Lluis Companys, uno de los más criminales presidentes de la
Generalidad catalana.
Pues bien, pocos días después de esta ultrajante claudicación
nacional representada en Barcelona-, sale en televisión el Jefe del Estado, y
rompe su silencio, no para alertar y alentar al pueblo español con un discurso
enérgico, claro, pertinente y esperanzador -tal como sorprendentemente hizo el
año pasado-. No, nada de eso, todo lo contrario.
Esta vez Felipe VI, nos deprime con un discursito
navideño, vacuo en su absurdo buenismo; toda una exhibición de pensamiento
débil, impropio de un Jefe del Estado cuya nación está debatiéndose entre la
secesión y la disolución.
Así no Majestad, o usted reacciona con la autoridad
que le confiere la Jefatura del Estado, y emplea al servicio de España las
cualidades que se le presuponen, o muchos españoles nos veremos obligados a
preguntar para que queremos un Jefe del Estado que cuando la patria está en
peligro no solo no reacciona, sino que adormece al pueblo, propiciando que este
se confíe y deje dominar por sus enemigos. Nosotros, los españoles, no somos
súbditos, somos ciudadanos, y exigimos al Jefe del Estado que ejerza de tal, y
no se rebaje a ser un mero adorno institucional.
Su majestad es el Comandante Supremo de las Fuerzas
Armadas, y lo es gracias a la Constitución, la misma que en su artículo 8
sentencia: Las Fuerzas Armadas,
constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire,
tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender
su integridad territorial y el ordenamiento constitucional.
“Mandar es servir”, lo afirmo su majestad en una
pascua militar dirigiéndose a los generales y oficiales de las fuerzas armadas,
de las que su excelencia es el comandante supremo. “Mandar es servir” ¿A quién
sirve su majestad? Algunos empezamos a dudarlo.
Presidente Nacional de Nosotros
Partido de la Regeneración Social
Óscar Bermán Boldú
Presidente Nacional de Nosotros
Partido de la Regeneración Social
Óscar Bermán Boldú
1 comentario:
Claro y diafano.
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