Óscar Bermán, « Votad, votad ...»
La película de Sydney Pollack “They shoot horses, don’t they” se
tituló en España “Danzad, danzad, malditos”. El mismo año del estreno, 1969,
España era la octava potencia económica del mundo y el PIB per cápita crecía
como nunca lo había hecho en toda nuestra Historia. La verdad Histórica es la
de los hechos y los datos, no la de los idearios y la propaganda. La verdad es
la verdad, así la diga Agamenón o su porquero. Y la mentira, también.
El pináculo de la burda, inútil y trasnochada propaganda de los
nostálgicos de la República que todos, también ellos, ayudaron a derribar,
resulta en la patética, ridícula y, a ratos, miserable exhumación de los restos
de Franco del lugar en el que nunca quiso ser enterrado (al final, hasta en
esto triunfa su voluntad). Y al mismo tiempo que recuerdan los sectarios medios
de comunicación de la izquierda que ningún dictador europeo reposa en lugar de
honor, ocultan la gran diferencia entre Francisco Franco y el resto de
dictadores: a ellos los echaron para traer la democracia, mientras a Franco no
sólo no lo echaron sino que designó como su sucesor al que ha sido Jefe del
Estado democrático hasta hace 5 años y su régimen inició y pilotó la transición
hacia la democracia consumada por un falangista, Adolfo Suárez.
Tremenda diferencia. Decisiva diferencia. Una diferencia
silenciada por todos los que disfrutan desde hace más de cuarenta años de un
régimen que permite elegir a sus representantes para que, estos, elijan
gobierno. Unos, los que no fueron capaces de hacer lo que sí hicieron en otros
países europeos, derribar la dictadura y consolidar una democracia y otros, los
que disfrutaron de una buena posición en el anterior régimen, especialmente la
Iglesia, parecen haberse puesto de acuerdo para dar el peor espectáculo que
puede dar una democracia. El de la rendición del interés general a la lucha de
los intereses particulares de los partidos políticos.
Se concita en el tiempo la mezquindad de deshonrar la verdad
histórica y la de malbaratar la conquista de la democracia que se produjo en
España, para ejemplo del Mundo, no mediante un proceso revolucionario y
violento o una guerra como en Portugal, Rumanía, Alemania, Italia… sino como
una evolución aceptada por quienes detentaban el poder y ratificada por quienes
habían estado excluidos de la vida política y social. El ejemplo de todos
aquellos que ennoblecieron su época, la Transición, con generosidad y sentido
del deber, profanado por los que, en esta época, en lugar de asumir sus
responsabilidades, deciden que a ellos les conviene que votemos otra vez.
«Votad, votad ...»
Esta es la película que estamos viendo, mientras nos cerca un
sordo estruendo de crisis económica y conflicto violento en Cataluña. Un mal
momento para ver malas películas. Porque esos 140 millones de euros que nos
costarán las nuevas elecciones empiezan a ser una minucia ante el coste de lo
que se avecina en una Cataluña que camina sin freno hacia una época de plomo
anunciada con toda claridad por las últimas detenciones de terroristas en
agraz. ¿O cómo hay que llamar a quienes hacen acopio de material para fabricar
explosivos con la intención, y así lo dice el juez, de perpetrar atentados?
Jaleados por la mitad del Parlament y, presuntamente, con el conocimiento y la
aquiescencia del President de una Generalitat al que sólo le falta declarar la
independencia. ¡Ah, no! Que esto ya lo hicieron y ahí siguen.
Una crisis económica, un vertiginoso incremento de la violencia
fundamentalmente asociado a la inmigración descontrolada y protegida y un daño
irreparable a la confianza de los ciudadanos en las instituciones democráticas.
¿Qué podemos hacer cuando los políticos que viven de la política son incapaces
de gestionar la decisión de las urnas porque quieren seguir mandando como
antes, con absoluto poder? La paulatina descomposición de la sociedad guiada
por el ejemplo de estos políticos que, paradojas de Historia, parecen empeñados
en dar la razón a todos esos dictadores cuando decían que los políticos de las
democracias liberales iban a lo suyo.
Pero la democracia, al contrario de lo que pensaban esos
dictadores, se sustenta en el poder del pueblo. En que todos y cada uno de
nosotros ejerzamos la responsabilidad y la autoridad que nos corresponde. Y en
que tomemos las riendas de esta sociedad abandonada a su suerte, mientras
partidas, y no partidos de políticos aliados con los medios de comunicación
dominantes y con cierta clase empresarial sustentada por el erario, nos dicen
que debemos limitarnos a votar y, luego, recluirnos en nuestras casas, en
silencio y sin esperanza. “Todo ello por el bien de España”.
«Votad, votad ...»
España se llenó de banderas y, las calles, de españoles para
defender la unidad de la patria cuando el Rey nos recordó que no somos unos
malditos votantes, sino los dueños de esta tierra que al fin ha conquistado la
prosperidad y la libertad que los siglos le negaron. Y que nadie tenga la menor
duda de que habrá que volver a hacerlo. Quizá antes de las próximas elecciones.
Y, si no, con total seguridad que poco después.
Presidente
Nacional de Nosotros
Partido
de la Regeneración Social
Óscar
Bermán Boldú https://pro-pd.mindalasoft.com/politica/opinion/cartas-al-director/20191009/oscar-berman-boldu-oscar-berman-votad-votad-noticia-689404158292/
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