Un paso al
frente, Majestad, y muchos le seguiremos. Pero ¿quiénes somos nosotros como
para ser más monarcas que el monarca? ¿Acaso debemos gritar viva el rey mudo?
¿No está dispuesto a defender la Monarquía, ni a España, ni a los españoles? ¿O
es que no cree conveniente hacerlo en este momento? Y, si es así, ¿cuándo?.
¿Quizá está esperando esos informes demoledores contra la dictadura en ciernes
del frente popular que los más fieles “juancarlistas” pregonaban hasta hace
poco que poseía el Rey Emérito, Su padre, Majestad, y que en breve utilizaría
para liberar al pueblo del yugo del totalitarismo neocomunista implantado a
cuenta de lo que sólo en España sigue siendo terrible y mortal pandemia?
¿Debemos confiar en ese informe en el que trabaja Su Señor padre desde el
amargo exilio, como un Moisés contemporáneo y no hacer nada ni por nuestra
libertad ni por la Monarquía? Si es así, todo cobra sentido: La absoluta
inacción de Su Majestad y la de su pueblo. Esperemos, pues, a que los
acontecimientos separen las aguas del totalitarismo en ciernes y eviten el
advenimiento de una república popular.
Pero eso no
lo vamos a hacer nosotros.
Cincuenta y
tres mil muertos por culpa del mayor desastre sanitario del mundo, con miles de
personas, en su mayoría ancianos y enfermos graves sin mucha esperanza de vida,
sacrificados en el mejor de los casos con un poco de morfina para bien morir en
manos de la soledad más espantosa. La mayor conculcación de derechos y
libertades de toda Europa. Un empobrecimiento que no se produjo en España ni en
la Guerra Civil, ahora tan presente gracias a la propaganda de los derrotados
entonces y de los que están siendo ahora mismo derrotados, todo el pueblo
español, sin que ninguna de las instituciones creadas para defender nuestra
libertad y prosperidad se ganen, no ya el respeto que muchas nunca tuvieron,
sino el sueldo del menor de sus empleados.
¿No es el
momento que conviene, Majestad?
Olvídese de
las prudentes razones que le están sirviendo en bandeja de plata amigos y
enemigos de rostro amigo. El riesgo para la Nación, para Usted y para todos
nosotros, si escucha a su instinto es siempre menor al de no hacer nada. Porque
no hacer nada implica ceder la gestión del tiempo a los mismos gestores que han
dispuesto de él para desterrar a Su padre. Olvídese de los errores que él
cometió, porque, sin darse cuenta, ya los han blanqueado a bajo coste
malgastando por un ¡salvemos al soldado Iglesias! el cartucho letal que podría
habernos costado muy caro a todos, a la monarquía y a la libertad que, dando un
paso al frente, Majestad, quedarían indisolublemente unidas en un destino que
sólo puede ser el triunfo de ambas o el exilio, exterior o interior, de todos.
Déjese
aconsejar por quienes más amamos la libertad y aún albergamos la esperanza en
Su persona. Creen que manejan los tiempos a su antojo y que, por tanto (fatua
ilusión) el tiempo les obedece en forma de sucesos que se ciñan obedientes a
sus intereses. ¡Porque no tienen plan, ni están unidos! Pero lo único que
manejan es el espacio vacío de nuestra inacción. La completa ausencia de
respuesta, el nihilismo que le aconsejan y del que sólo puede devenir Su
desaparición. No hacer nada es seguir el guion de quienes no quieren alguien
ahí, ni Rey ni Presidente de República de hombres y mujeres libres, que haga
algo tan sencillo y trascendente como velar por la libertad y la prosperidad de
los ciudadanos, de los españoles. No hacer nada por ahora es no poder hacerlo
ya nunca porque cada día que pasa Su figura se desvanece. Y esperar el caos
sobre el que alzarse como salvador sería, además de una canallada, una apuesta
demasiado arriesgada como para que pudiera salir bien a nadie que no sean los
que sólo pueden prosperar flotando sobre la sumisión y la pobreza de los demás.
Ahora es el
momento, Majestad. Un paso al frente y muchos, monárquicos y republicanos que
anteponemos la libertad y la prosperidad a cualquier ideología, le seguiremos.
O deje pasar el momento lo más rápidamente posible para que quienes sí queremos
hacer algo por los españoles, por nuestro presente y nuestro futuro, no
perdamos la ocasión que es ahora, cuando aún no han consolidado el poder para
someternos.
Dos o tres
declaraciones, su presencia comprometida en un par de actos públicos. Un discurso
vestido de civil, de pueblo, de primer español que da un paso adelante.
Hágalo por
todos nosotros, Usted incluido. Porque el tiempo no espera a nadie y dentro de
muy poco escuchará el ruido de unos primeros pasos que deberían seguir a los
suyos pero que no van a dejar de darse porque quien tiene la máxima
responsabilidad entre el pueblo español (esa es su única y gran razón de ser)
esté pendiente de cuándo le dicen que es el momento conveniente para cumplir
con el deber.
Un paso al
frente, Majestad, y detrás iremos nosotros. O iremos sin Usted.
Presidente Nacional de Nosotros
Partido de la
Regeneración Social
Óscar Bermán Boldú
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