La inflación en EEUU es la mayor de los últimos treinta años. La
primera potencia económica y militar del planeta ha entrado en barrena en
cuanto los recibos de las fantasías progres han empezado a llegar. Esa agenda
2030 que poco a poco y uno a uno va desenmascarando a casi todos nuestros
líderes (es un decir) tiene un precio que vamos a pagar desde ya, por
adelantado.
La destrucción de la competitividad con una hiperregulación
asfixiante, una política energética suicida o la invasión migratoria del peor
Tercer Mundo acaudillada por una ideología total (y no solo religiosa) propia
del medievo, homofóbica, misógina… totalitaria, el islám (que significa
“sumisión”), ni son ocurrencias gratuitas ni las pagan sus ocurrentes
patrocinadores sino nosotros, tú, yo y nuestros hijos. Y los recibos han
empezado a llegar al mismo tiempo que los embargos.
No sólo se restringe el comercio, se encarecen las materias
primas, la energía y los alimentos como fruto de un embargo artificial, sino
que amenazan con imponer esa pobreza beatífica, salvadora del planeta y de los
principios colectivistas, de forma permanente… en el mundo blanco occidental.
Y, además, o como principio de todo, se embarga la libertad. Porque ese,
dejarnos robar la libertad, es el pecado que vamos a expiar todos, con culpa o
sin culpa, a partir de este invierno y hasta donde la vista alcanza.
Es la libertad, piedra filosofal, lo que hemos perdido o, mejor
dicho, lo que estamos dejando que nos roben. Y sobre esa piedra es donde se
había edificado el mejor mundo que ha conocido la Humanidad, la iglesia del
Dios del libre albedrío y del amor verdadero, ese que no se confunde con
masoquismo enfundado en bellas palabras prostituidas como “solidaridad”,
“igualdad”, “multiculturalidad”, “sostenibilidad” …
¿O alguien de verdad piensa que las diferencias en nivel de
vida, justicia y avances científicos y tecnológicos se deben a otra cosa que no
sea el grado de libertad de cada una de las sociedades? ¿Piensa de vedad
alguien que sin ese pilar bajo nuestros pies puede edificarse la felicidad, la
prosperidad, la seguridad…? No estamos hablando del precio de la luz o de los
alimentos que llevarán a millones de personas a la indigencia. No estamos
hablando de ideologías, creencias o colores de piel. Estamos hablando del mayor
don divino, de lo que nos diferencia radicalmente de cualquier otro animal, de
lo que nos ofrece la esperanza de llegar a ser eso que todos deseamos para
nosotros mismos: libertad.
Este invierno a la mayor operación de empobrecimiento llevada a
cabo de forma consciente y planificada, especialmente, y no es casualidad, en
el mundo antes llamado “libre”, se van a unir las consecuencias de lo que ya
apunta como el mayor genocidio de la Historia, causado no por la gripe de Wuhan
ascendida a terrible epidemia de COVID gracias al falseamiento de los contagios
y las muertes sino por el remedio para el cual esta farsa gigantesca se ha
escenificado, las llamadas “vacunas”.
Y, por si no fuera suficiente, este “cambio social”
antropogénico, se verá acompañado por el verdadero cambio climático natural que
apunta en la dirección del enfriamiento con la disminución de CO2, la humedad
ambiental y las lluvias, el desarrollo de las plantas y la producción de
alimentos. Un efecto Pequeña Edad del Hielo medieval, con sus verdaderas plagas,
sus hambrunas y sus matanzas que multiplicará la acción del hombre en contra de
sí mismo. Se cumplirán los deseos de los aprendices de brujo 2030 y el mítico
calentamiento global se transformará en enfriamiento.
Muchos son los que corren tras falsos profetas y falsos
mensajes, abducidos por verdades infalibles e incuestionables que solo se
pueden sostener mediante el encantamiento (llamado propaganda) de la nueva
magia negra (los medios de comunicación) al servicio del mal que siempre
consiste, una vez desnudo de palabrería y moralina, en el exclusivo bien de
unos pocos a costa de los demás y no de sus propios méritos.
Solo unos pocos elegidos, los hijos del dios del libre albedrío,
los fieles amantes de la libertad escapan al influjo de este sórdido milenarismo
contemporáneo que nos ha retrotraído a la más oscura antigüedad. Ellos serán
los herederos de la Nueva Tierra. Pero solo tras padecer persecuciones y
sufrimientos a manos de ese nuevo asesino del humanismo sin nombre ni rostro al
que obedecen los poderosos y adoran los débiles.
No. No es solo la inflación, el desempleo, la inseguridad, la
desesperanza, la pobreza, el aislamiento, el miedo y la sumisión. Todo eso son
las consecuencias del único pecado que Dios no perdona: despreciar el mayor don
que nos ha otorgado, la libertad. Sin ella perdemos la dignidad humana y, por
añadidura, todo lo demás. Y una vez perdida esa dignidad, nos convertimos en
bestias capaces de perseguir, torturar y asesinar a nuestros semejantes.
Estamos a las puertas de una época oscura, sobrecogedora, tal
vez, miserable. Gota a gota llegan los recibos al cobro por haber vendido
nuestra alma humana, la libertad, a un satanás colectivista, mentiroso y
opresor. Pero ningún mal podrá igualar al invierno en los corazones que llevará
a culpar a quienes no se han dejado robar su libertad ni a emponzoñar su cuerpo
con el instrumento de. A culparlos, a perseguirlos, a segregarlos, a
encarcelarlos y, nada es imposible para las bestias sobrevenidas, a matarlos.
Ha ocurrido otras veces en diferentes épocas, lugares y circunstancias. Y
siempre con un denominador común: el invierno en los corazones de quienes hasta
ese momento decían que ninguno de esos horrores podría repetirse y, menos aún,
teniéndolos a ellos como protagonistas activos o pasivos.
Pero está ocurriendo… de nuevo.
PRESIDENTE NACIONAL DE NOSOTROS
PARTIDO DE LA REGENERACIÓN SOCIAL
ÓSCAR BERMÁN BOLDÚ
No hay comentarios:
Publicar un comentario