Ninguna nación nace multicultural. El multiculturalismo es una
situación artificial y malsana que sólo afecta a los Estado en declive
general. Un Estado multicultural porta en lo más profundo de si mismo
los gérmenes de su futura destrucción nacional. Todas las naciones
multiculturales desembocan en un estado de ruina política, moral,
económica y social. La avidez y la corrupción caraterizan al gobierno
tanto como las medidas opresoras dirigidas contra los ciudadanos. La
mentira y el engaño son lo propio de los medios de comunicación, los
políticos y las instituciones educativas.
El multiculturalismo es utilizado como un martillo para forjar a los
pueblos dóciles que conformarán los Estados obedientes del Nuevo Orden
Mundial. Como arma de guerra de política moderna, el multiculturalismo
tiene pocos equivalentes, lo que explica su utilización actual en toda
Europa Occidental, los EEUU, Canadá y Nueva Zelanda.
La parcelación y división deliberada de estas nacio
nes y la pérdida
de la identidad nacional y de proyecto común que desemboca en grupos
políticos en conflicto entre ellos sirve de trampolín a un gobierno
mundial. ¿Pero quién compondrá ese gobierno mundial? Una clase dirigente
constituida en una ‘jerarquía económica’ reemplazará la ‘jerarquía
natural’ de la filosofía del siglo XIX. Una fuerza que considera a los
países y las personas que los pueblan primero como objetivos económicos
para explotar, y después como objetivos militares que deben ser vencidos
si oponen resistencia.
No hay que dejarse engañar por la apariencia entusiasta de esos
“palmeros” de izquierda que son utilizados como los portavoces más
convencidos del esplendor del multiculturalismo.
*Presidente y portavoz municipal del PP en Palafolls (Barcelona)
1 comentario:
Y por esta clase de pensamientos la inevitable transculturalidad de un estado con fronteras artificiales que abarcan diferentes naciones dentro del mismo es algo negativo...
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