Óscar Bermán, a la izquierda, José Luis Ayllón, Sec.Estado. |
Bermán basa sus peores temores en el persistente rechazo de Pedro
Sánchez a la investidura de Rajoy aún cuando sabe que unas terceras
elecciones harían decrecer aún más el número de diputados socialistas.
“Comparto plenamente la observación del articulista de este medio, José
Luis Román, cuando analiza el resentimiento y el odio del líder
socialista. Pedro Sánchez fue discípulo aplicado de aquellos maestros
que desde niño le inculcaron a macha martillo lo que es hacer política
socialista y por tanto de izquierdas. Este alumno sobresaliente, y que
obtuvo matrícula de honor en doctrina e historia del Partido Socialista
Obrero Español, conoce de cabo a rabo la esencia, la filosofía, y el
pensamiento de sus fundadores, y sabe cómo aplicarla al dedillo sin
salirse del guion. Por lo tanto, que los mismos profesores que lo
adoctrinaron intenten ahora hacerle cambiar de actitud, del mismo modo
que hizo Felipe González sobre ¡OTAN de entrada no! para voltear su
signo y meternos de lleno en la NATO, no es algo que le entre en la
cabeza al que fuese alumno distinguido de un partido que, según
autorizados historiadores, ha sido el más corrupto de toda nuestra
Historia”.
El dirigente del PP catalán atribuye la obstinada negativa de Sánchez
a un Gobierno del PP, lo que abocaría a unas terceras elecciones y al
derrumbe aún mayor del PSOE, a cálculos de orden bien distinto a los que
se mencionan en los medios. “Pedro Sánchez es probablemente el
dirigente político más mendaz e intransigente desde el inicio de la
Transición. Sus odios y fobias personales son de tal calibre que estaría
dispuesto a conducir a España al desastre con tal de que no gobierne el
ganador de las elecciones de mayo. Pensemos qué lleva a Pedro Sánchez a
persistir en una estrategia que puede terminar siendo suicida para su
partido. Yo no creo que haya perdido la cabeza hasta ese punto. Lo que
creo, y es una opinión personal, es que Pedro Sánchez sabe que España es
uno de los objetivos principales de los terroristas islámicos. Si no
han atentado hasta ahora ha sido por el eficaz trabajo de las unidades
antiterroristas de la Policía y la Guardia Civil, sin duda las mejores
de Europa. Pero un atentado, como nos recuerdan a diario los expertos,
puede producirse en cualquier momento. En ese contexto de terror,
angustia y desolación, tal vez Pedro Sánchez haya cifrado sus
expectativas de revertir el curso de los acontecimientos electorales
sacando otra vez a relucir el fantasma de la guerra de Irak, que tan
buenos resultados diera a su mentor político, José Luis Rodríguez
Zapatero”.
Insiste sin embargo a continuación en que el escenario hoy es muy
distinto al de la España de 2003. “Sabemos, y medios como AD nos ofrecen
pruebas a diario, el consorcio que existe entre islamismo e izquierda.
La lucha contra la radicalización islámica en España se ha visto
sacudida por las acusaciones de islamofobia vertidas por dirigentes de
la izquierda contra cualquier persona que haya pedido medidas
preventivas contra el yihadismo. Yo mismo me ví envuelto en una campaña
de difamación y de insultos cuando propuse el cierre de mezquitas
radicales. Recordemos que tras el atentado de Orlando, el líder de IU,
Alberto Garzón, eludió mencionar la naturaleza islámica de la matanza y
atribuyó la responsabilidad de los hechos al ‘heteropatriarcado’. Hemos
visto también cómo desde la izquierda se han apoyado todas y cada una de
las propuestas lanzadas desde las comunidades musulmanas en nuestro
país: desde sometimiento de las actividades escolares a sus festividades
religiosas, hasta la construcción de más mezquitas. Hace unos días, la
alcaldesa de Barcelona planteó como una exigencia que la capital
catalana tuviese una gran mezquita, cuando en las principales ciudades
europeas se ha abierto el debate acerca del cierre de muchas de ellas.
Lo último que ha dicho esta regidora ha sido que el burkini es un
símbolo de libertad. En cualquiera de las instituciones españolas
gobernadas por la izquierda, los musulmanes gozan de más privilegios y
atenciones que los católicos. Los dirigentes izquierdistas que arremeten
contra el arzobispo de Valencia, el obispo de Alcalá o ahora el de
Córdoba, nunca se atreverían a denunciar los incendiarios sermones que
algunos imanes lanzan desde las mezquitas. También sabemos cómo gente de
Podemos ha obstaculizado, con denuncias y ataques verbales, la labor
que llevan a cabo las fuerzas de seguridad en las fronteras de Ceuta y
Melilla para impedir la entrada de ilegales. Podemos y PSOE han incluído
en su agenda política la llegada de un millón de refugiados a nuestro
país. Oponerse a tan disparatada pretensión implica el riesgo de que
sendas formaciones te acusen de las peores cosas posibles. Es decir, que
establecer la relación entre islamismo e izquierda no resulta nada
difícil a la luz de tantos ejemplos como se producen a diario”.
-¿Cree entonces que a lo que se aferra Pedro Sánchez es a un
posible atentado islamista para movilizar a un sector del electorado?
Líbreme Dios de pensar que eso es lo que desea; es más, estoy seguro
que no. Pero sí que juega con esa posibilidad en base a cálculos a mi
juicio erróneos. Porque si hoy se produjera cualquier incidente como los
que por desgracia están ocurriendo en no pocos puntos de Europa, la
opinión pública española sabe qué partidos políticos han estado
alimentando al tigre, mientras nos trataban de convencer de que se
trataba de una inofensiva mascota, y quiénes por contra nos hemos
opuesto y hemos advertido acerca del feroz instinto del felino. Apelar a
la unidad y la responsabilidad de los políticos de la izquierda
española se me antoja tarea imposible. Ya vimos cómo tras el mayor
atentado de nuestra historia, el PSOE basó toda su estrategia en
derrotar al PP, no a los terroristas. Para modificar el resultado de las
elecciones y establecer una relación causa-efecto, se valieron entonces
de nuestra presencia en el conflicto de Irak, donde por cierto no se
produjo una sóla baja española, a diferencia de lo que ha ocurrido en
las ridículas misiones internacionales ordenadas por Zapatero y en la
que hubo una presencia destacada de tropas de nuestro país. Si hubiera
un atentado islamista en España, los españoles deberíamos salir a la
calle y cercar pacíficamente las sedes del PSOE y de Podemos; pedirles a
sus dirigentes que cesen de apoyar la islamización de España y que nos
expliquen por qué han preferido someter a los españoles al riesgo de la
amenaza terrorista antes que modificar su visión angelical del islam,
pese a los aplastantes ejemplos que desaconsejaban una actitud tan
irresponsable y suicida. Lo que late en ellos es un odio inmarcesible e
imperecedero al Cristianismo, sin la más mínima posibilidad de sosiego y
apaciguamiento. Ese odio les está llevando a contemporizar con los
islamistas. Se aferran al proverbio árabe de que “el enemigo de mi
enemigo es mi amigo”.
-¿Cree que puede producirse ese atentado?
Hablemos claro. Eso es lo que los terroristas islámicos persiguen
desde hace tiempo. Vemos en sus publicaciones por internet cómo la
obsesión por Al Andalus en ellos es permanente. Si no se ha producido es
sencillamente porque tenemos a las mejores unidades antiterroristas de
Europa. Los islamistas han atentado en Reino Unido, Bélgica, Francia,
Alemania, Suiza… Algo estaremos haciendo bien cuando España está siendo
hasta ahora uno de los pocos países seguros de nuestro continente
europeo. Yo he sido muy crítico con mi partido, pero hay que ponderar en
esta ocasión el éxito del Ministerio del Interior en la lucha contra el
terrorismo islámico. Insisto, algo estamos haciendo bien cuando los
terroristas, pese a su obsesión con España, no han podido hasta ahora
infringirnos ningún daño.
-¿Sigue pensando que el PP debería redefinir su discurso y asumir el identitarismo como vector ideológico?
Lo estamos viendo en el resto de Europa. Los partidos de la derecha
identitaria crecen, mientras dirigentes como Merkel y Hollande se
encuentran en sus niveles más bajos de popularidad.
-Incluso ha sostenido usted recientemente que un discurso identitario atraería al PP catalán un “gigantesco caladero de votos”
Hay que hablarle a la gente sin complejos. Muchos catalanes se
enfrentan a diario a situaciónes de caos en sus comunidades
multiculturales. Piense en la cantidad de votos que obtendría el PP si
atendiese a esos catalanes enojados diciéndoles que tienen el derecho a
preservar y promover su herencia del mismo modo que otras comunidades. Y
que no tendrían que compartir sus barrios o convivir con gente que no
aceptan la cultura del país.
Es imprescindible que aceptemos que Europa se enfrentrará más pronto
que tarde al reto de elegir entre dos formas antagónicas de convivencia y
que los que apelan al centrismo: o tienen una visión liberal y
progresista de la sociedad o son parte del problema, no de la solución.
-Usted fue uno de los pocos dirigentes del PP que celebró la victoria del Brexit…
Como dijo en este mismo medio el intelectual británico, Cristopher
Fleming, me sentí muy satisfecho de que los británicos desoyeran a los
catastrofistas del Nuevo Orden Mundial, y votaran para recuperar la
soberanía del país. Eso supone un enorme revulsivo para todos las
personas de bien en Europa, todas las personas que aman su país y
quieren preservar su identidad cultural, frente al globalismo y el
multiculturalismo. Es bastante posible que el resultado provoque un
efecto dominó. Otros países que están desencantados con la UE, como
Hungría y Polonia, podrían convocar un referendum similiar. Los partidos
patriotas verán en el Brexit una bocanada de oxígeno, una señal de que
algo está cambiando. La gente se está despertando. Hay dos modelos
políticos en juego; uno lo representa la UE, una macro-burocracia, donde
unos hombres grises deciden sobre el futuro de países y regiones cuyos
nombres ni siquiera saben pronunciar; el otro es la sobernía nacional,
donde cada país decide por sí mismo.
Es curioso como yo he defendido el derecho del pueblo del Reino Unido
a decidir sobre su pertenencia a la UE; mientras que muchos progres,
que se autoproclaman demócratas, han puesto todo tipo de trabas al
referéndum. Es la misma cantinela de siempre: democracia sí, pero cuando
yo digo. Y si se decide algo contrario a lo que quiere la élite
globalista, como, por poner un par de ejemplos, cuando Crimea decidió en
referéndum anexionarse con Rusia, o cuando los griegos votaron por
rechazar las condiciones del rescate de la UE, ya no hay democracia que
valga. La élite le dice a los pueblos: “podéis decidir lo que queráis,
siempre que nosotros estemos de acuerdo”.
-¿Se siente usted europeísta?
Yo me considero europeo, y eso no cambiará. No hay que confundir
Europa con la UE. Europa, como entidad histórica, cultural y religiosa,
existe desde el reinado de Carlomagno; es decir, desde hace unos 1200
años. La UE existe en su estado actual desde 1992. La UE es un régimen
político, que por cierto tiene muy poco de democrático, pero Europa es
mucho más. Es historia, es cultura, y para mí es la idea que queda aún
de la Cristiandad: muchos pueblos unidos bajo la bandera de Jesucristo.
La UE es un régimen no sólo ateo sino apóstata. Su Constitución se hizo
de espaldas a los ciudadanos europeos. Se negaron tajantemente a
introducir en ella una mínima referencia a las raíces cristianas de
Europa. Promueven la invasión musulmana de Europa, con el fin de
destruir cualquier vestigio de fe cristiana en el continente. La UE es
una fuerza para el mal que difunde todo tipo de aberraciones, como el
aborto y la homosexualidad. Es una pieza importante en el Nuevo Orden
Mundial que se está construyendo.
-También se ha significado usted por expresar su apoyo al
candidato Donald Trump, en contra de la opinión de algunos destacados
miembros de su partido, como Celia Villalobos
Es completamente normal que Celia Villalobos diga que votaría a
Hillary Clinton si fuese norteamericana. La suerte para los
norteamericanos es que no lo es. No esperaba menos de ella. Pero yo me
guío por mi propio instinto y por mis creencias, que no son ni podrán
ser nunca las de alguien como Celia Villalobos. Donald Trump, lo dije y
lo reitero, representa la alternativa más decente y sensata tras la
desastrosa gestión de Obama. Lo que se juega Estados Unidos en noviembre
no es sólo un cambio de rumbo económico, sino el ser o no ser del país.
Lo que pretende Clinton no es sólo promover el cambio demográfico, como
aquí en Europa, sino también la implantación de proyectos eugenésicos,
cuyo objetivo es rediseñar moralmente Estados Unidos, reducir al máximo
su natalidad para implementar la llegada de mano de obra extranjera,
destruir sus raíces humanísticas, acabar con el concepto de unidad
familiar, alterar los hábitos normales por conductas contrarias al orden
natural y adoptar las nuevas síntesis culturales, desde el sincretismo
al relativismo, que han traído como consecuencia la pérdida del sentido
del bien y del mal. Los medios informativos están jugando un importante
papel en la promoción de Clinton y en demonizar a Trump, y muchos
sabemos por qué a poco que conozcamos quiénes son sus propietarios.
Sólo desde la visión de políticos identitarios y comprometidos con el
porvenir cristiano de nuestros países podremos hacer frente a un
desafío en el que nos jugamos el ser o no ser de nuestra civilización.
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