Hacen falta políticos con visión de Estado y previsión
de futuro. Hace falta alta política. La política de altura de miras se diseña
teniendo en cuenta un escenario mundial cada vez más sometido a continuos cambios
que determinan nuestro presente, y en breve determinarán nuestro destino y el
de nuestros hijos. Todas las instituciones realmente preocupadas por el interés
general, bien sean de carácter político, empresarial, cultural o religioso,
saben que el mundo hasta ahora conocido será extremadamente distinto en un
plazo de tiempo mucho más corto de lo que imaginamos. Mientras tanto, en
nuestra nación, la vieja y la “nueva política” esta enredada en sus propios
laberintos de intereses y asuntos personales, con la vista puesta en el corto
plazo o en la inmediatez, ignorando y desatendiendo lo que realmente nos
preocupa y afecta a nosotros, los ciudadanos.
La revolución tecnológica, centrada principalmente en la robótica y la
inteligencia artificial, avanza a un ritmo vertiginoso y apenas nos deja tiempo
para poder adaptar el orden económico, social y político a la perspectiva de
una sustitución masiva de la mano de obra humana por máquinas inteligentes.
Puede parecer una cuestión de ciencia ficción, pero no es así. De hecho, en un
país tan avanzado como Finlandia se ha iniciado un experimento de ingeniería
social para dar respuesta al desempleo permanente de grandes sectores de
población: La renta básica universal.
El debate político sobre la renta básica teniendo en cuenta la situación
actual del empleo en las grandes economías mundiales ha quedado completamente
desfasado por la perspectiva de que en el plazo de apenas cinco o diez años la
tecnología sustituya con mayor eficacia y menores costes un 20 o 30 por ciento
de los puestos de trabajo. Y no son, en absoluto, cifras exageradas.
¿Qué hacer en una situación en la que no hay ni volverá a haber ocupación
laboral estable para casi la mitad de la población. Ese es el escenario que
debemos contemplar para poder adaptarnos a tiempo, anticipando un modelo
político, social, económico y también cultural, que responda a lo que
previsiblemente será el mundo al que nos dirigimos, sin que se produzcan graves
conflictos sociales, o se condene a millones de personas a una vida insufrible
y sin esperanza.
La renta básica es una respuesta de emergencia para
garantizar una vida digna a quienes no encuentren su lugar en la cada vez más
reducida y exigente demanda laboral. Pero no basta, y en muchos casos la sociedad
no tendrá suficientes recursos para garantizar ese colchón vital a todos los
ciudadanos. Depende de nosotros aprovechar los múltiples aspectos
positivos de esta revolución
tecnológica, si sabemos cambiar nuestra sociedad hacia un modo de vida más
centrado en la felicidad y el perfeccionamiento personal, y menos en la
productividad y el consumo adictivo. Debemos poner la tecnología al servicio de
las personas y no permitir que nosotros, el común de las gentes, seamos
víctimas de la tecnología.
La política de altura es la que se preocupa y ocupa de los actuales problemas que afectan cada vez a toda la humanidad. Problemas migratorios que ponen en jaque a nuestras sociedades avanzadas. Estos problemas son un anticipo que nos está advirtiendo de lo que puede pasar. Grandes Hambrunas, escasez de agua potable, grandes catástrofes medioambientales, movimientos migratorios masivos, guerras generalizadas... el escenario es aterrador, pero no es una fantasía ni una exageración, puesto que esta comenzando a suceder delante de nuestras narices.
El debate político, social y económico debemos centrarlo en ese escenario
cada vez más real y no en el trasnochado, cansino, absurdo y mediocre juego
político que, para nuestra desgracia, se ha instalado en España. La brecha
entre buena parte de líderes políticos, empresariales, religiosos, y nosotros los ciudadanos, pone de manifiesto
que la realidad o bien pasa desapercibida para ellos o bien no les interesa
porque creen que no les afectará. Pero están equivocados. Y si no ponemos
remedio cuanto antes y construimos entre todos un nuevo modelo de vida, será
tarde para nosotros, los ciudadanos de a pie, que somos los que
importamos.
Es urgente, es imprescindible poner en marcha cuanto
antes un modelo social y económico basado en los seres humanos, que nos libere
de las servidumbres laborales gracias a la tecnología. Un modelo de solidaridad
responsable para sostener la vida y promover una mayor calidad de vida para
nosotros y para las futuras generaciones. Ese es el reto que debemos asumir y
que asumimos.
Óscar Bermán Boldú
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