AR.-
Nunca antes unas declaraciones de un concejal de una pequeña localidad
había desencadenado una aluvión de reacciones y de críticas tan
desatinadas. Sentiría herir el amor propio de Óscar Bermán, pero pese a
su relevante personalidad, este voluntarioso y corajudo concejal del PP
en Palafolls (Barcelona) no es pieza bastante importante para que su
cobro justifique la impresionante movilización que hemos presenciado
estos días en contra de sus declaraciones del pasado domingo en Alerta
Digital.
Cabe presumir que cuando se estime que la opinión está ya lo
suficientemente calentada, se caerá de repente en la cuenta de que el
culpable no es sólo él, sino todos los que nos atrevemos a poner en
solfa determinadas cosas: si te opones por ejemplo a una inmigración
descontrolada, eres un xenófobo. Si haces frente a los insultos contra
la familia tradicional, te conviertes en un homófobo incorregible. Si te
refieres a la nula capacidad de integración de algunos musulmanes, ello
hace de tí un islamófobo perturbador del buen orden multicultural. Si
te atreves a discutir la veracidad de las cifras sobre violencia de
género, pasas a engrosar la larga lista de misóginos maltratadores.
Ahora bien, si blasfemas o haces burla, mofa y befa de los católicos y
sus símbolos, de la institución militar o de la unidad de la entera
nación, entre otros muchos casos, entonces te ampara el más sacrosanto y
sectario derecho concebido desde las terminales mediáticas del poder
político y económico: el de la libertad de expresión.
Así que ya sabemos que, frente a reglas tan claras, Óscar Bermán es
ahora el extremista, el reaccionario, un peligroso agitador contra la
paz pública, el empeñado en vivir agarrado al recuerdo de épocas
pasadas. Como contrapunto se exaltan las virtudes de la modernidad, del
panfilismo de los creyentes, del relativismo moral, del olvido del
pasado; del ellos y ellas, miembros y miembras, gilipollos y gilipollas,
así como de la concordia entre los españoles, de todo lo cual, como es
sabido, su más caracterizada propugnadora es Ada Colau, consejera aúlica
de Iglesias y responsable de los ataques proferidos contra los
católicos barceloneses desde la institución municipal barcelonesa.
Solo en una sociedad tan moralmente corrosiva como la nuestra podría
darse el caso de que los mismos que asaltan capillas universitarias, que
se mofan de las víctimas de ETA, que jalean la puesta en libertad de
Otegui o que insultan a los cuerpos y fuerzas de seguridad en nombre de
una falsa libertad, se atrevan a dar lecciones de respeto y de
ejemplaridad cívica.
Es propio de esta gente establecer los límites de su dudosa moralidad
con criterios sesgados y siempre partidistas. Esos criterios han
expuesto a Óscar Bermán al mayor linchamiento mediático que uno
recuerda. Con él hemos hablado largamente hoy.
P.- ¿Sorprendido por la histeria mediática que sus declaraciones a esta casa han producido?
R.- Sorprendido y decepcionado. Sabía que mis
declaraciones íban a tener una cierta respuesta, pero no hasta el punto
de focalizar la actualidad nacional con todo lo que está cayendo. No
hace falta que finja de qué va todo este negocio mediático; estoy
hablando para la gente de Alerta Digital, que conoce muy bien a quiénes
sirven unos y otros y por qué. Esto pone de manifiesto la colosal
mentira de nuestro tiempo. Que Ada Colau, durante sus meses de
alcaldesa, se haya significado por sus ataques inmisericordes contra los
católicos, equivale a que tengamos que respetarla en tanto
representante de una ideología donde los puntos de vista son dogmas y no
pueden ser discutidos. Pero si yo, que me declaro católico antes que
político, le respondo de una forma más o menos afortunada, entonces soy
culpable por atreverme a rebasar ciertos límites que la corrección
política ha establecido como infranqueables.
- Se le ha acusado de pretender ofenderla por su condición de mujer…
Para nada. Lo que hice fue incorporar a mis críticas el ejemplo
habitual cuando una persona no está capacitada para el desempeño de un
importante cargo. Podría haber dicho que esta señora no está capacitada
para ser presidenta de su comunidad de vecinos y nadie se lo habría
tomado como un término menospreciativo para estas personas. Podría haber
dicho que Ada Colau no sabría gestionar ni un kiosco de chucherías, y
nadie le habría dado a mis palabras la relevancia que sí han tenido por
mencionar una profesión tan digna y respetable como la de limpiadora.
Dije en la entrevista que a esta señora no se le conocía actividad
profesional alguna antes de ser alcaldesa, y que en una sociedad normal y
sana habría tenido dificultades para prosperar profesionalmente sin el
amparo de la política. Que utilicé una dignísima actividad laboral de
una forma posiblemente desafortunada, puede ser, pero lo sustancial de
mis declaraciones no merece, ni de lejos, los insultos y las críticas
recibidas por tierra, mar y aire.
Y si hablamos de ofensas a la dignidad de las mujeres, no he visto
imagen más denigratoria que la de una de las principales colaboradoras
de Ada Colau, orinando en mitad de una calle.
- Se le acusa también de proferir insultos contra Colau más allá de su actividad política…
Del
catálogo de insultos que mi partido ha recibido de la gente de Podemos
podríamos estar hablando horas y horas. Nos han llamado “fascistas”,
“ladrones”, “torturadores”, “corruptos”, “asesinos”… y nunca ví una
reacción de algunos dirigentes de mi partido tan desmedida como la que
están teniendo contra mí. Esa es la diferencia entre ellos y nosotros:
ellos se protegen y nosotros no. Cuando el alcalde de mi pueblo llamó
“nazis” a los legionarios, ¿vimos a alguien del PSOE desautorizar a este
señor? ¿Vimos a los medios informativos destacar la noticia con la saña
con la que se han empleado contra mí?
Cuando en un acto organizado por el Ayuntamiento de Barcelona se
versiona el Padrenuestro de forma blasfema, ¿vio usted a los dirigentes
de Podemos o a los medios informativos reprender a Ada Colau por la
gratuita ofensa a los católicos?
Cuando unos titiriteros contratados por Podemos montaron la que
montaron en un espectáculo infantil, ¿escuchó usted a alguien de ese
partido pedir la dimisión de la concejala de Cultura de Madrid? Al
contrario. Ellos hacen una piña. Nosotros, con nuestros complejos
ideológicos, dejamos solo al compañero cuando sus opiniones son
consideradas contrarias a la corrección política que la izquierda nos
exige a nosotros, pero a la que ellos nunca están sujetos. Pero claro,
que un ultraizquierdista denigre a la mujer entra dentro de lo
anecdótico. Que un concejal de Podemos haga chistes sobre el genocidio o
se burle de Irene Villa, entra dentro de lo anecdótico. Que unos
titiriteros hablen de degollar banqueros, asesinar policías y violar
monjas, entra dentro de lo anecdótico. Que el hijo de la exalcaldesa
socialista de Valencia anime a ETA a seguir matando, entra dentro de lo
anecdótico. Que un progre de Mallorca escriba que quiere “follarse a
Jesucristo”, entra dentro de lo anecdótico y de la libertad de
expresión. En cambio, si yo me atrevo a poner en duda la capacidad
gestora de Ada Colau, recordándole sus fracasos académicos y sus
raquíticos méritos curriculares, entonces esto constituye una ofensa en
toda regla a las reglas del respeto y a la sacrosanta imagen de una
mujer progresista.
La diferencia entre la autoridad moral de ellos y la nuestra es que,
mientras mi partido me exige que me retracte, ellos nunca le pedirían a
Ada Colau que se retractase ante los católicos barceloneses, entre los
que me incluyo, por tantas ofensas gratuitas recibidas en los últimos
meses. Luego ocurre lo que ocurre: que perdemos cuatro millones de votos
en las elecciones generales y algunos aún se preguntan por qué.
*- ¿Por qué decidió usted militar en el PP?
*- ¿Por qué decidió usted militar en el PP?
No habría entrado en el PP si creyera que ser del PP era sólo una
manera de pensar tan sólo. Pensé que era también una manera de ser y que
teníamos que adoptar, ante la vida entera, en cada uno de nuestros
actos, una actitud humana, coherente, profunda y completa. Esta actitud
es el espíritu de equipo y de sacrificio, el sentido ascético y militar
de la vida. Nadie podrá nunca decirme que me metí en el PP para reclutar
prebendas ni para defender privilegios. Y vine aquí a luchar por la
imposición de los valores cristianos en los que siempre creí, como una
empresa común, en la que se debería lograr, costase lo que costase, el
bienestar de todos nuestros compatriotas.
Óscar Bermán, junto a la hija de Millán Astray, en los actos conmemorativos del 95 aniversario de la creación de La Legión |
* ¿Se siente traicionado por su partido?
Traicionado y decepcionado, no por el partido, sino por algunos de
sus dirigentes. Mire, tengo un prestigio profesional y me considero un
hombre honesto y de principios. Puede preguntar por mí a los vecinos de
Palafolls, incluso a los que no me votan. Yo no necesito de la política
para vivir ni me he metido en esto para seguir un dictado de
instrucciones sobre lo que debemos o no debemos opinar. Dice el señor
Albiol que debo remitirme a hablar de mi pueblo y yo le respondo al
señor Albiol que si me metí en el PP fue porque entendía que, a través
de este partido, podía encauzar mi interés por mi pueblo y por todos los
pueblos de España.
Estoy en el PP porque me interesa España y la conservación de los
valores que este partido dijo siempre defender. Estoy en el PP porque
defiendo el derecho a la vida, porque creo en las raíces cristianas de
nuestra sociedad, porque me preocupa el futuro de las familias, porque
creo en las ayudas a los buenos emprendedores, en la libertad de todos,
porque amo a esta gran nación, porque cuando miro a mi hijo Óscar, de
seis años, me preocupa su futuro y el de todos los niños españoles.
Nadie me ha dado nada ni he recibido nunca compensación alguna por
militar en este partido. Yo ya era militante del PP cuando muchos de los
que ahora me señalan militaban en otros partidos, algunos de signo
ideológico muy diferente. Sé que algunos dirigentes de mi partido no se
han caracterizado nunca por defender los principios generales que debe
mantener un humanista cristiano: entre ellos el de la lealtad al amigo y
al compañero, pero esperaba otra cosa. A Jesús lo traicionó uno de los
suyos y a mí me están crucificando los de mi partido.
- ¿Siente que su carrera política ha acabado dentro del PP?
Para nada. Yo ingresé en el PP para el encauzamiento práctico de mis
ideas. Las ideas están por encima de cualquier sigla y de cualquier
persona, y mis ideas las seguiré defendiendo esté dentro o fuera de este
partido. Mi vida profesional está felizmente resuelta. Tengo una
familia maravillosa y no me faltan amigos que saben estar a la altura de
las circunstancias. Vivo en un pueblo maravilloso, con unos vecinos
maravillosos, y no cifro mis expectativas económicas en base a cálculos
políticos. La política hasta ahora me ha costado mucho dinero y muchas
horas de sueño. Comprenderá que la perspectiva que usted plantea sea la
que menos me preocupe.
- ¿Le han llamado muchos compañeros de partido estos días?
Entre medios informativos y compañeros de partido, mi teléfono no ha dado abasto desde el domingo por la noche.
- ¿Y qué le dicen sus compañeros?
La mayoría de las llamadas han sido de ánimo y de apoyo. Ha habido un
grupo de concejales del PP en Aragón que han redactado una nota de
solidaridad. El resto, que estando de acuerdo en lo fundamental, pero
quizás las formas no han sido las más indicadas y que en política, para
sobrevivir, había que camuflar lo que uno pensara. A todos ellos les
respondí lo mismo: yo no me metí en esto para interpretar una comedia ni
para decir lo contrario de lo que pienso. Justamente eso es lo que ha
abocado a la derecha liberal española al nivel de descrédito que hoy
tiene.
- ¿Se ha sentido traicionado por Xavi Gacía Albiol?
Decepcionado sería la palabra. Ha dicho en un medio catalán que no me
conocía personalmente. Se olvidó que fui miembro de la lista que él
encabezó en las elecciones autonómicas por la provincia de Barcelona. Se
olvidó de las veces que nos hemos visto y reunido, de los cientos de
llamadas, mensajes y watshapp que hemos intercambiado estos años, del
apoyo que tuvo de mi familia para ser alcalde de Badalona…
Albiol saluda efusivamente a Bermán pese a declarar
hoy que no lo conoce personalmente
- Dos últimas cuestiones. Dijo usted en la controvertida entrevista en AD que la derecha sería el futuro en Europa…
Y sólo hay que ver lo que acaba de ocurrir en Alemania, y lo que hace
unas semanas ocurrió en Polonia y en no pocos puntos de Europa. Algunos
están haciendo un diagnóstico equivocado acerca del por qué del
florecimiento de estas formaciones. Tal vez están conectando con los
ciudadanos porque han sabido nutrir sus programas de contenido
identitario en lugar de caracterizarse, como ha sido frecuente en la
derecha liberal europea, por el propósito de poner la economía por
encima de las personas y de la identidad de los pueblos.
- ¿A quién votaría usted si fuera norteamericano?
A Donald Trump (dice sin dudar).
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