martes, 7 de diciembre de 2021

El Gran Poder en España

 

La humanidad necesita que la engañen y que le interpreten la realidad, no quieren pensar por ellos mismos, esto no había pasado en la historia de la humanidad, el hombre del siglo XVII, XVIII y XIX a lo mejor pasaba más calamidades, pero era un hombre libre que tomaba sus propias decisiones y, las tomaba con responsabilidad, no estaba a expensas que otro le interpretara la realidad en su nombre. El siglo XVIII fue el de los libres pensadores, donde defendieron el progreso asentado en la razón. uno de ellos recitaba: Diré que, puedo no estar de acuerdo con lo que pienses, pero defenderé con mi vida el derecho que todos tenemos a expresarnos libremente” (Voltaire). “Si alguien busca la salud, pregúntale si está dispuesto a evitar las causas de la enfermedad; en caso contrario, abstente de ayudarle” (Sócrates). Pues bien, entre estas dos frases podemos enmarcar lo que está sucediendo en nuestros días.

La gran revolución del siglo XX consistió en la información. La mayoría de los grandes avances tecnológicos y sociales fueron el soporte de esta revolución y, al mismo tiempo, consecuencia de la misma.

Formación, información, opinión.

Nunca el ser humano ha dispuesto de un mayor y mejor acceso a la información y, por tanto, a la formación de opiniones sustentadas en el libre pensamiento consolidado en los siglos anteriores como eje vertebrador de la sociedad. La información desnuda, pura, desprovista de opiniones añadidas, de propaganda encubierta, se puso a disposición de las masas humanas transformadas en sujetos de derecho, en soberanos del destino colectivo, para que, mediante su propio análisis y el posterior debate con sus grupos de referencia construyeran una opinión y, por tanto, una decisión individual y colectiva inmune a la manipulación. Al menos, una opinión mucho más libre de lo que nunca antes había podido disfrutar la mayoría social.

La democracia pivota sobre este principio de libre acceso a información verídica y a la conformación de opiniones individuales y colectivas independientes. Sin esa información, la democracia deviene en una pantomima, un simulacro en el que la opinión pública es manejada por los medios de comunicación para que bendiga las decisiones que el poder ha tomado al margen de la legitimidad, cuando no frecuentemente de la legalidad.

Malos tiempos se avecinan, por culpa de una sociedad dormida por el vertiginoso flujo de información manipulada al que nos someten para que se deje influenciar y no decidir por ella misma. Tiempos antiguos que han regresado para destruir la crítica, la autocrítica y el libre pensamiento de quienes hasta hace poco eran ciudadanos y no siervos. Curiosamente, cuando más información y formación tiene la Humanidad, más fácil resulta adoctrinarla, manipularla, manejarla como un rebaño.

Nada de lo que sucede es ajeno a esta paradójica ignorancia, a la inesperada, increíble pandemia de irracionalidad y analfabetismo funcional que ha devuelto, en este siglo XXI, el dogmatismo ahora ejercido por una clase dominante sostenida por los medios de comunicación unificados en un oligopolio oscuro, del que se desconocen los tentáculos que lo gobiernan, pero que gobierna a la sociedad con métodos ancestrales, burdos y, a pesar de todo, capaces de anular la disponibilidad de información a la que cualquiera puede acceder a poco que conserve intacta su capacidad crítica y su libertad de pensamiento. Y a poco que sea capaz de escuchar a los demás y contrarrestar la propaganda y la manipulación con esas otras perspectivas que se le ofrecen. Como siempre había sucedido cuando las personas eran sujetos de opinión y no meros receptáculos de “verdades indiscutibles” propagadas desde el púlpito televisivo.

No hay que buscar poderes ocultos, élites satánicas ni conspiraciones sobrenaturales. El enemigo lo tenemos dentro porque todos los días somos inoculados con su ponzoña: la información manipulada. Basta con recuperar la capacidad crítica, la libertad de pensamiento, por qué no, la desconfianza, para que ese poder se disuelva como un azucarillo en agua. En el agua de una sociedad compuesta por personas modernas, racionales, defensoras del derecho a la disidencia y de su capacidad para preservar una sociedad justa. Somos nosotros nuestra propia élite dominante y esclavizadora en la medida en que nos negamos a pensar con libertad y a que otros lo hagan. Somos nosotros nuestro peor enemigo. Y es la información masiva y manipulada la peor pandemia a la que se enfrenta la Humanidad.

Sin libre pensamiento, sin capacidad de disentir, sin diversidad de opiniones no es posible una sociedad moderna, abierta, libre y próspera. Solo una como la que ya han designado y decidido quienes, desde esas sombras tras los medios de propaganda, antes de información, llamada “Agenda 2030” Un mundo en el que, por decirlo en pocas y esclarecedoras palabras, ya no existirán hombre ni mujeres libres. Y en sobre esa sumisión deberán construir su felicidad.

*Presidente Nacional de Nosotros – Partido de la Regeneración Social*

Óscar Bermán Boldú

https://www.periodistadigital.com/politica/opinion/columnistas/20211206/gran-espana-noticia-689404540889/?fbclid=IwAR2Z3yY3gvgIlkjpXR50dYP21IWojFPMbsQQTG6bLEtGnNGj8kGVpqxFA8s