Óscar Bermán, dirigente del PP catalán, propone el “cierre temporal” de las facultades de Sociología y Ciencias Políticas por adoctrinar a los alumnos

07/02/2016 - ALERTA DIGITAL

REDACCIÓN | 450099 lecturas

“Propongo el cierre temporal de todas las facultades de Sociología y Ciencias Políticas por ser fábricas de marxistas y puntos de encuentro de profesores, muchos de ellos asociados, empeñados en adoctrinar a los jóvenes estudiantes en el sectarismo y el odio”. Son declaraciones hechas hoy por el presidente y concejal del PP en la localidad barcelonesa de Palafolls, Óscar Bermán, que ha insistido en la necesidad de “depurar al profesorado” de dichas facultades, responsable en su opinión “del clima de odio imperante hoy en un sector de la sociedad española” al inculcar al alumnado “ideas contrarias a las materias educativas que deberían impartir”. Y aclara: “Puede parecer excesiva mi propuesta, pero sería absolutamente normal en cualquier otro ámbito laboral. ¿Cuánto tardaría una empresa privada en despedir al trabajador que orientara su labor profesional de forma contraria al objetivo para el que fue contratado? La labor de un docente es la formación, no la ideologización del alumno”.

Óscar Bermán desgrana ejemplos, a partir de los testimonios de algunos alumnos, acerca de cómo numerosos profesores universitarios se dedican a hacer proselitismo político en las aulas. “Me cuenta por ejemplo el padre de una alumna que, en la Universidad de Alcalá de Henares, una profesora dedicó una clase entera a adoctrinar y a hacer campaña electoral en favor de Podemos. Esto no se debería haber permitido. Durante años, muchos hemos dicho que no se podía dejar la enseñanza ni los medios informativos públicos en manos de los separatistas. Nos faltó decir que tampoco debimos dejar la Universidad española en manos de un profesorado tan radical. De esos barros educativos, los actuales lodos morales”, señala.

Al abundar en las raíces del problema, el dirigente popular catalán menciona una sentencia del Tribunal de Justicia de la Comunidades Europeas (TJCE), que determinó meridianamente la corrupción académica en la contratación temporal y sus continuas renovaciones temporales de un colectivo sustancial de los profesores universitarios españoles en las últimas décadas. “La sentencia del TJCE de 13 de marzo de 2014 (Sala octava, asunto C-190/13) debería hacer ruborizar a todos los ministros de Educación y Cultura que ha tenido España desde la transición; quienes con una mano degradaban hasta límites insospechables la formación universitaria española y con la otra han permitido que las Universidades sean lo más parecido al lejano Oeste del “Far-West; donde imperan los pistoleros académicos y la soga y el linchamiento morales de los profesores díscolos han sido la nota dominante”.

Cree también que el Estado es el máximo culpable al no haber traspuesto una Directiva Europea, la 1999/70/CE del Consejo, de 28 de Junio de 1999, que prohibía y prohíbe los abusos en la contratación temporal, “pero no lo ha hecho y ha dejado durante demasiados años a los profesores asociados al pairo de la chusma de nuestras universidades, los iglesias y monederos de turno”.

“Hay que echar a una parte sustancial del claustro permanente responsable de este desaguisado y por haber abusado de sus compañeros y que aquellos que todavía tienen causas pendientes vean reflejadas en las sentencias la normativa europea incumplida por el Estado. Cambiemos la Universidad española y limpiémosla de chusma académica. Elevemos los niveles de excelencia en la formación y que los jóvenes universitarios españoles sean formados intelectualmente y no sólo ideológicamente para que puedan ser competitivos el día que dejen la Universidad”, señala Bermán.

“La universidad española es un fracaso colectivo como sociedad que hoy nos está pasando factura y que, tristemente, nos la seguirá pasando en el futuro”, concluye.

Inmovilismo del PP

Por otra parte, Óscar Bermán lamenta el “estatismo” de Mariano Rajoy y de los dirigentes del PP tras las elecciones del 20-D. “Creía que el haber perdido a cuatro millones de nuestros votantes provocaría una catarsis interna y una severa autocrítica. Pero no ha sido así. Seguimos dominados por los mismos complejos ideológicos de siempre y no nos atrevemos a defender en la esfera pública los principios que sólo somos capaces de defender en la esfera de lo privado. Y así nos está yendo”.

Bermán lamenta “la falta de voces internas” que se hagan eco del malestar que, según asegura, existe en un amplio sector de la militancia y reclama que el partido “abandone las supercherías progresistas y apueste por encarnar los valores de sus votantes, aunque hoy sean políticamente incorrectos”. Cree que el “inmovilismo” del PP ha dado alas a la izquierda radical española y defiende una “actitud de firmaza” ante las provocaciones y amenazas de partidos como Podemos, que a su juicio han polarizado a la opinión española hasta niveles propios de la II República. “A este paso, la izquierda radical española va a terminar santificando a Francisco Franco incluso ante aquellos que hasta hace poco lo rechazaban”, asevera.

Critica asimismo la “inacción” de los militantes del PP en Madrid ante los derribos de monolitos y símbolos dedicados a héroes españoles, desde Blas de Lezo a los Alféreces Provisionales. “Si esto ocurre en Palafolls, los dirigentes y militantes del PP nos hubiéramos encadenado a los monolitos y habríamos montado la de San Quintín”, subraya.

Óscar Bermán, que ha alcanzado una cierta notoriedad mediática por su defensa numantina de La Legión en Cataluña, ha garantizado la presencia de caballeros legionarios en la procesión del día 25 de marzo en Palafolls, llevando la imagen del Cristo de la Buena Muerte, debidamente uniformados y con escopetas simuladas en formación militar.

Lamenta sin embargo el nulo apoyo de los dirigentes regionales y nacionales de su partido luego de ser reprobado por el pleno municipal, con el voto a favor de socialistas y comunistas, y de que el alcalde del PSC insultara gravemente al legendario cuerpo de élite español. “¿A qué estamos jugando? ¿Merece la pena estar en política y no ser capaces de defender aquellos símbolos que son la nutriente de nuestra existencia colectiva?, se pregunta.

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