Los europeos elegimos a lo largo de la Historia, con sacrificios,
sufrimiento, guerras y sueños, el camino de la libertad. Porque ese, expresado
con una sola palabra, el modelo de vida europeo: libertad. Todo lo demás viene
de ella: el progreso, la justicia, la solidaridad… Los europeos somos libertad o
no somos nada. Libertad que arrebatamos a los regímenes absolutistas y,
también, al poder de una Iglesia que se comportaba exactamente como un buen
musulmán: Imposición, totalitarismo, violencia. Una Iglesia que fue
transformándose a medida que la sociedad europea reconquistaba su libertad de
pensamiento, de credo, de vida. Un cristianismo que, en el mismo proceso en el
que los europeos nos liberamos de su estructura opresora encontró su esencia
verdadera, a tal punto que hoy en día, en todas sus variantes, coincide
milimétricamente, a excepción de algunas consideraciones morales relacionadas
con el sexo, con el modo de vida europeo: libertad, respeto a la diferencia y a
la disidencia dentro de una lealtad hacia ese modo de vida. Una lealtad que
debería llevarnos a defender el derecho a toda discrepancia menos aquella que
conlleva no aceptar la discrepancia. Si no somos libres, no somos europeos.
Sólo el liberticidio nos puede matar. Por eso, la defensa contra el
liberticidio debe darse sin ninguna clase de tibieza ni cesión ante quienes lo
llevan escrito en su libro y en su mente. Así de sencillo y así de
trascendente. Sin libertad no hay progreso, ni justicia, ni verdadera
solidaridad. Ni podremos nunca aspirar a la felicidad, que es primero y
superior derecho de los humanos.
Presidente Nacional de NOSOTROS - Partido de la Regeneración Social
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