jueves, 27 de diciembre de 2018

Óscar Bermán, ¿A quién sirve Felipe VI?

Como todo el mundo sabe -por la máxima difusión noticiosa que este evento ha tenido-, hace pocos días, el viernes 21 de diciembre de este 2018 a punto de concluir, tuvo lugar en Barcelona un Consejo de Ministros, y una reunión oficial de igual a igual, entre el no electo presidente del gobierno español, Sánchez Castejón, y el supremacista antiespañol Joaquim Torra, presidente no electo de la comunidad autónoma catalana.

La reunión entre Sánchez -peón del plutócrata jazaro George Soros- y Torra -peón del sionista Puigdemont- se desarrollo en todos sus detalles protocolarios, y gestos políticos, como si se tratase de una cumbre bilateral entre dos Estados nacionales, por un lado España, y por otro Cataluña. 

En este simulacro de cumbre internacional -entre España y los enemigos de España-, Sánchez -el traidor okupa de la Moncloaca-, se rindió gustosamente a las exigencias de Torra, fanático supremacista antiespañol: Un ejemplo simbólico de esta claudicación gubernamental ante los enemigos de la soberanía nacional del pueblo español, ha sido regalarle dignidad pública a Lluis Companys, uno de los más criminales presidentes de la Generalidad catalana.

Pues bien, pocos días después de esta ultrajante claudicación nacional representada en Barcelona-, sale en televisión el Jefe del Estado, y rompe su silencio, no para alertar y alentar al pueblo español con un discurso enérgico, claro, pertinente y esperanzador -tal como sorprendentemente hizo el año pasado-. No, nada de eso, todo lo contrario.

Esta vez Felipe VI, nos deprime con un discursito navideño, vacuo en su absurdo buenismo; toda una exhibición de pensamiento débil, impropio de un Jefe del Estado cuya nación está debatiéndose entre la secesión y la disolución.


Así no Majestad, o usted reacciona con la autoridad que le confiere la Jefatura del Estado, y emplea al servicio de España las cualidades que se le presuponen, o muchos españoles nos veremos obligados a preguntar para que queremos un Jefe del Estado que cuando la patria está en peligro no solo no reacciona, sino que adormece al pueblo, propiciando que este se confíe y deje dominar por sus enemigos. Nosotros, los españoles, no somos súbditos, somos ciudadanos, y exigimos al Jefe del Estado que ejerza de tal, y no se rebaje a ser un mero adorno institucional.

Su majestad es el Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, y lo es gracias a la Constitución, la misma que en su artículo 8 sentencia:  Las Fuerzas Armadas, constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire, tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional.

“Mandar es servir”, lo afirmo su majestad en una pascua militar dirigiéndose a los generales y oficiales de las fuerzas armadas, de las que su excelencia es el comandante supremo. “Mandar es servir” ¿A quién sirve su majestad? Algunos empezamos a dudarlo.

Presidente Nacional de Nosotros
Partido de la Regeneración Social
Óscar Bermán Boldú