Presidente de NOSOTROS-Partido de la Regeneración Social, Óscar
Bermán, pretende que su municipio se declare “territorio libre de
mezquitas”, centros que a su juicio “están dedicando al adoctrinamiento
fanático e inducen al odio a miles de musulmanes”, y alerta de la
“amenaza mortal” para la sociedad española y los valores occidentales
que trae consigo el Islam.
-¿Cuáles son las razones que le llevan a defender que su municipio se declare “libre de mezquitas”?
Lo hago porque en los últimos 20 años Cataluña ha pasado de tener
30.000 inmigrantes musulmanes a tener más de 500.000. Hoy la población
musulmana supera el 20% en numerosas localidades de la comunidad
autónoma. Los musulmanes marroquíes, argelinos y paquistaníes se
estructuran en torno a 201 mezquitas, 200 oratorios y 19 madrazas. Y
todo gracias a la entusiasta colaboración de los gobiernos autonómicos
catalanes.
Contra todo pronóstico, la segunda generación de
inmigrantes se está integrando peor que la primera. Es más, los jóvenes
musulmanes se sienten desarraigados, reivindican con más fuerza su
identidad y buscan una oferta religiosa más radical. Algunos datos
presagian el desastre al que se enfrenta Cataluña por renunciar a sus
raíces hispánicas:
Más de 400.000 inmigrantes musulmanes que no
se integran y forman guetos. Pese a haber sido empadronados, en muchos
casos sin que pudiesen demostrar su arraigo en la región y recibir toda
clase de ayudas asistenciales, la mayoría ha optado por el radicalismo.
De hecho, Cataluña es la región europea con un mayor número de
salafistas, según coinciden todos los servicios de información europeos.
El panorama es aterrador y ya es solo cuestión de tiempo que los
musulmanes de Cataluña, cuando estén organizados y sean mayoritarios en
una población en la que merma alarmantemente el número de nacimientos de
autóctonos, terminen imponiendo sus propias normas a través de sus
propios partidos políticos. De ahí la exigencia de adelantarnos a los
acontecimientos y limitar la construcción de nuevas mezquitas, que lejos
de ser lugares para el culto, muchas de ellos se han convertido en
centros para el adoctrinamiento fanático y para inducir al odio a miles
de musulmanes. Eso lo han dicho los servicios de información y no tiene
refutación posible.
-¿Cree que somos conscientes del peligro de la islamización en Europa?
Por desgracia, no, en la medida que este peligro representa. Si existe
una evidencia que tendría que aparecer de manera deslumbrante a los
europeos en general y a los españoles en particular es aquella de la
total imposibilidad de la comunidad musulmana a vivir en paz al lado de
una comunidad no musulmana. Tenemos entre nosotros un gravísimo
problema, que los políticos y los medios de comunicación casi sin
excepción callan de una manera abyecta. Y a ese problema hay que ponerle
el nombre que tiene: Islam.
Ya no se trata de saber si se puede
arreglar las cosas, hacer pedagogía, mejorar la educación o favorecer la
integración. Que aquellos que aún creen en esas quimeras se despierten
de una vez: se trata de saber si queremos que la ley islámica,
organizada de manera natural por una población que no hace más que
perpetuar un modo de vida milenario, se convierta en la ley que rija
nuestra sociedad y controle nuestras vidas, o si por el contrario
queremos ser un país soberano de hombres y mujeres libres. Seamos
claros: la inmensa mayoría de los musulmanes presentes sobre suelo
europeo se sienten ante todo musulmanes, se identifican con sus países
de origen y no tienen interés ni voluntad de integrarse en una sociedad
de la que se sienten totalmente extranjeros, a la que además desprecian y
odian, cada día que pasa con menor disimulo.
-A su juicio, ¿qué
es el Islam? ¿Una religión “pacífica” como manifiestan sin excepción los
representantes de los partidos globalistas?
Discrepo
absolutamente de esa definición buenista y políticamente correcta, que
ellos saben, además, falsa. No está la situación europea para hacer
buenismo y sí para hablar claro.
Los que hablan de un islam
pacífico y tolerante, literalmente nos están engañando. El islam no ha
cambiado desde hace 13 siglos, lo que ha cambiado es el número de sus
adeptos en expansión demográfica gigantesca desde hace 50 años. La
conflictividad que aportan los musulmanes a la realidad europea, en
algunos países de manera más brutal que en otros, pero todos en vías de
sufrir el mismo funesto destino, sus inagotables reivindicaciones, sus
exigencias sin freno, su voluntad manifiesta de subvertir nuestras leyes
y valores, es un comportamiento insurreccional, es el rechazo de la
población musulmana, que se sabe en crecimiento exponencial, a someterse
a la ley y a la autoridad de países dirigidos por infieles.
Todo
país que cobije una minoría significativa de musulmanes se expone a
gravísimos problemas, tanto para la seguridad interna de su país como
para su misma integridad. Mientras haya en Europa millones de
musulmanes, habrá una amenaza absolutamente mortal para nuestra
sociedad, nuestros valores y finalmente para nuestro derecho a
permanecer libres en nuestra tierra. Al final, tendremos que plantearnos
una solución que por el momento es todavía impensable para muchos,
incluso para no pocos de aquellos que hacen de la lucha contra la
islamización su combate principal.
-¿Cuál sería esa solución?
La solución es la repatriación hacia sus países de origen del conjunto
de las poblaciones musulmanas seguida de la prohibición de la práctica
pública del islam para los pocos que quedaran y que deberán
imperativamente probar su asimilación a la civilización europea, lo que
significa por definición el abandono de la religión musulmana. Toda
propuesta de compromiso con el islam instalado en nuestra casa y
comportándose ya como en territorio conquistado es la aceptación de la
derrota, la renuncia a la libertad, la resignación ante la muerte.
-¿Qué opina de la visión de la islamización que tiene el Gobierno?
Tan errada como en otras tantas cosas. Lo peor no es que mientan, sino que ellos saben que mienten.
“Entre el deshonor y la guerra has escogido el deshonor. Ahora tendrás
también la guerra”. Se lo espetó Winston Churchill al primer ministro
británico, Neville Chamberlain, cuando éste volvió a su país presumiendo
del acuerdo de paz que había alcanzado con Hitler a costa de la
desaparición de Checoslovaquia. Las palabras de Churchill son aplicables
a buena parte de los dirigentes europeos, incluidos los de mi partido,
que, en su adhesión a la hoja de ruta del mundialismo para la reversión
demográfica de Europa, buscan la alianza con los musulmanes cediendo
ante ellos una y otra vez. Tenemos actualmente numerosos ejemplos de
nuevos Chamberlains que siguen empeñados en ceder ante los liberticidas a
fin de alcanzar no sabemos qué.
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