lunes, 21 de marzo de 2016

Bermán, García-Page y el distinto rasero: Progres y feministas, Cínicos Sin Fronteras


María Dolores de Cospedal saluda a Emiliano García-Page tras su investidura.
María Dolores de Cospedal saluda a Emiliano García-Page tras su investidura.
Desde su fundación, Alerta Digital ha denunciado casi en solitario la inviabilidad de un Sistema en el que ya resulta escandalosa las contradicciones entre los principios y valores que todo hombre bien nacido defiende y el papel que desempeñan los representantes de la casta institucional. En más de una ocasión pudimos decir, con dolor punzante, que esa contradicción no podía ser permanente, ni aquí ni en Europa, y que antes o después, se rompería. Existe un discurso oficial y otro que muchos nos obstinamos en defender a contrapelo de la oficialidad rampante. Existe una verdad oficial y otra real, que casi nunca coinciden. Existe además un clima inquistorial contra quienes son capaces de contrapuntar las verdades oficiales y desafiar la perversión semántica. Nunca en nombre de la democracia habían existido tantos ataduras a la libertad de pensamiento ni tantas restricciones al derecho expresivo. Los tribunales encargados de velar por la puritud de la corrección política trascienden de los jurisdiccionales y son dirigidos, desde los medios informativos y las redes sociales, por los nuevos amos del momento: progres en sus más variadas expresiones, feministas, transgresores de la moral tradicional, derechistas acomplejados, laicistas radicales…

Óscar Bermán, concejal del PP en Palafolls (Barcelona), lo ha sufrido en carne propia. Sus críticas a la alcaldesa de Barcelona (“en una sociedad normal estareía fregando suelos”), utilizando un simil muy emparentado con el lenguaje coloquial, le pusieron en el punto de mira de los peores dardos envenenados, muchos de ellos dirigidos desde la dirección de su propio partido. En contraste con las atroces críticas recibidas por su supuesto menosprecio a las mujeres, los mismos inquisidores dejaron en barbecho otros casos, mucho más graves, que fueron protagonizados por otros cargos públicos de uno y otro signo ideológico. Son (sólo algunos) de los que exponemos a continuación.

La secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, fue objeto de un comentario similar por parte del actual presidente de Castilla-La Mancha, el socialista Emiliano García-Page. En una entrevista concedida a la agencia Europa Press en agosto del 2014, cuando estaba en la oposición, Page afirmó que el caso de los ‘papeles de Bárcenas’ surgió porque los dirigentes del PP “no saben hacer nada sin la chacha”, y remachó: “Lo cierto y verdad es que no pienso que Cospedal sepa pasar la aspiradora”. Estas declaraciones no le impidieron al barón del PSOE seguir siendo presidente de Castilla-La Mancha, gracias al apoyo de Podemos.

Otra dirigente política víctima de un descalificativo de estas características es la ministra de Empleo en funciones, Fátima Báñez, a quien el secretario de organización del PSOE de Huelva, Jesús Fernández Ferrera, mandó en marzo del 2013 a “hacer punto de cruz” a su pueblo después de hacerse públicos los datos del paro (en Andalucía la tasa experimentó un alza del 2,06%). Igual que Page, Fernández Ferrera pidió disculpas poco después y aseguró que su intención no era “minusvalorar esta labora artesanal, ni mucho menos considerar que las mujeres tengan la exclusividad de esta tarea”.

Otro caso paradigmático fue el del actual comisario europeo de Clima y Energía, Miguel Arias Cañete. En una entrevista posterior al cara a cara que protagonizó con la socialista Elena Valenciano durante la campaña de las elecciones europeas de mayo del 2014, en respuesta a los requerimientos por su tibieza, el popular espetó: “El debate entre un hombre y una mujer es muy complicado. Porque si haces un abuso de superioridad intelectual parece que eres un machista que está acorralando a una mujer indefensa”. Cañete tardó cinco días en pedir perdón.

Igual o más desagradable fue el alcalde de Carboneras (Almería), Salvador Hernández, al mandar callar a una concejala del PSOE durante un pleno: “Cállese y guarde el respeto cuando está hablando un hombre”.
Los comentarios “machistas” más utilizados versan sobre el aspecto físico, amén de los descalificativos de contenido sexual. En la lista de damnificadas está la portavoz del PSOE de Castilla-La Mancha, Cristina Maestre, a quien el alcalde de Villares del Saz (Cuenca), el popular José Luis Valladolid, llamó a través de Facebook “puta barata podemita” por reclamar al PP que “dejara trabajar” a los socialistas, que en las elecciones autonómicas recuperaron el poder en esta comunidad autónoma. Valladolid pidió “mil veces perdón” y achacó su comentario a “una confusión”.

La vicepresidenta del Gobierno central en funciones, Soraya Sáenz de Santamaría, fue objeto del comentario soez de un concejal del BNG en Cambados (Pontevedra), Xaquín Charlín, en junio del 2013. En una entrada en su blog personal, la calificó de “chochito de oro” por gastarse “40.000 euros en ginecólogo”. El Ejecutivo aclaró entonces que se trata de un complemento de revisión ginecológica que incluye un programa de prevención del cáncer de útero y del que se benefician todas las trabajadoras de la Moncloa. Charlín retiró el comentario tras recibir las quejas de colectivos de mujeres y de su propio partido.
Cabe recordar en este punto al exalcalde de Valladolid Javier León de la Riva y el análisis que realizó de la toma de posesión deLeire Pajín como ministra de Sanidad y Política Social en octubre del 2010: “La Leire Pajín es una chica preparadísima, hábil, discreta, que va a repartir condones a diestro y siniestro por donde quiera que vaya y va a ser la alegría de la huerta (…). Cada vez que le veo la cara y esos morritos pienso lo mismo, pero no lo voy a decir aquí”.

Como se ve, todo un elocuente ejemplo de sectarismo y arbitrariedad democrático. O si lo prefieren, de cómo en esta sociedad bienpensante, algunos tienen bula democrática y otros son cruelmente crucificados.



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